De repente, me he dado cuenta de que no había escrito todavía nada sobre gatos en el blog. Y había que remediarlo. Y entre que Guardabosques tuvo una buena idea, y que están todas las gatas en celo pregonando su estado aullido mediante, he decidido contar un truquillo para elegir un gatito en una camada.
¿Dónde conseguimos un gatito?
Bueno, esto suele ser fácil. En España hay mucho gato suelto (o no) y sin esterilizar. Así que desde Semana Santa hasta Noviembre o así suele haber gatitos a montones que se regalan. ¿Cómo se encuentran? Pues suele haber anuncios en el Segundamano, en las clínicas veterinarias o en las tiendas de animales. Y en casi cualquier refugio para animales abandonados suelen tener un "par de docenas". Bueno, y por la calle, en plazas, parques, jardines públicos, zonas verdes de urbanizaciones... por desgracia, en verano, por todas partes. Es mejor si los gatitos han nacido en casa de alguien, han estado bien cuidados y alimentados, y podemos ver a la gata. Pero la realidad es tozuda, y esto no siempre es posible. Yo no soy partidaria de comprar un gato en una tienda. Si no es de raza, porque hay montones de gatitos abandonados todos los años, que nos necesitan más. Y si estamos encaprichados con una raza en especial, lo mejor es acudir a un criador especializado, que los críe en su casa, y no en jaulas (este tema da para varias entradas, lo dejo aquí). Si quieres un gato con pedigrí, compra una revista de gatos, y suele haber montones de anuncios.
¿Qué valoraremos en un gatito?
Lo primero, que esté sano. Que no tenga legañas, mocos, cacas pegadas o parásitos visibles. Que no tenga calvas, la tripa muy hinchada, o que parezca triste. Si está alegre, quiere jugar con nosotros, y le gusta que le cojamos en brazos, mejor (ronronea, se acomoda, no lucha por huir). Como digo, la realidad suele ser puñetera, y muchas veces acabamos con un gatito pitañoso que nos hemos encontrado bajo un coche, pero si podemos elegir, ésto es lo que debemos buscar. Si lo cogemos de una camada casera, mejor no llevárselo antes del mes y medio o dos meses, para que tenga tiempo de aprender cosas de su madre, y a jugar con sus hermanos, que es importante para su desarrollo (y nos evitará problemas de conducta posteriores).
¿Y el famoso truco?
 |
Gatito cogido por la nuca |
El famoso truco consiste en coger al gatito por el cuello y levantarlo con cuidado. Si es un gato más grandecito, pondremos una mano debajo para no dejar todo el peso en el cuello, que puede ser doloroso. En los gatitos de uno o dos meses no hace falta. Y miramos a ver qué hace. Si se
hace una pelotita, perfecto. Esto quiere decir que el gatito está bien socializado con las personas, que nos considera un poco "padres". Si no se hace una pelotita, pero se queda estirado y relajado, aceptable. Esto pasa más en los gatitos un poco más mayores, o en los gatos que han tenido relación con las personas, pero no excesiva. Cuanto más pelotita se haga, en general, más cariñoso y dócil será el gato. Si se estira, bufa, se cabrea, y lanza zarpazos.... nos pensaremos si queremos este gatito en nuestras vidas. Probablemente será arisco, no le gustará mucho que le toquen. Si no nos importa, bien, pero si lo que buscamos es un gato cariñoso que se haga pelota con nosotros en el sofá mientras ronronea, y juegue feliz con los niños, pues este gatito no nos vale.
¿En qué se basa esto?
Se basa en dos cosas. Una, que todos los animales (bueno, por lo menos las aves y los mamíferos) pasan por una etapa en su desarrollo llamada de socialización. Durante esta etapa, los cachorros reaccionan con curiosidad a las novedades, una vez pasada suelen reaccionar con más miedo. En los gatos suele durar hasta que tienen 6-8 semanas. Esto quiere decir que si cogemos un gatito de más de 6 semanas que no ha tenido contacto con gente, nos va a costar mucho que se adapte a nosotros, y a lo mejor no lo conseguimos nunca. Comentaré más sobre esta fase tan importante en otro post.
 |
Gata acarreando a su gatito |
Las gatas agarran a sus gatitos del cogote para moverlos de un sitio a otro. Esto desencadena en el gatito un reflejo, se queda muy quieto y se encoge. Si el gatito está bien socializado, este reflejo se desencadenará también si lo cogemos nosotros de la nuca. Si el gatito lucha, nos tiene miedo, quiere decir que no nos ha incluido (a las personas en general, no a tí que es la primera vez en su vida que te ve) en la categoría de "familiar".
¿Podemos socializar a un gato después de la semana 6-8?
Sí, pero cuesta más trabajo. Y cuanto mayor sea el gato, más trabajo. Y si el gato es adulto, o tiene más de seis meses, a lo mejor no lo conseguimos nunca.
¿Influyen en la socialización otros factores?
Sí, influye la genética del gatito (si los padres eran sociables o tímidos), el entorno en el que creció, como si su madre tenía miedo de la gente o no, o si la exposición temprana fue agradable o traumática...
Pero lo que más influye es la exposición temprana, por eso siempre se recomienda coger cachorros o gatitos de familias o criadores que los hayan tenido dentro de casa, que los hayan cogido en brazos y mimado. Y si queremos que se hagan amigos de nuestro perro, igual. Si han convivido con perros en su más tierna infancia, mejor, y si no, cuanto antes.
 |
Gato adulto inmovilizado sujetándolo por la nuca |
¿Este reflejo cuándo desaparece?
En algunos gatos, nunca. Algunos no se encogen, pero muchos se quedan quietos cuando se les agarra de la nuca. Los veterinarios lo aprovechamos para poder explorar a gatos desconfiados, y poner inyecciones más cómodamente.
¿Bibliografía?
No la hay, por lo menos no que yo haya encontrado, sobre el efecto de la socialización en el reflejo de inmovilidad. Patrick Pageat lo comenta en sus conferencias, pero yo no he encontrado ningún estudio publicado, ni por él ni por otra persona. La experiencia, eso sí, me dice que funciona, y sí que hay estudios que reflejan la utilidad del agarre en la nuca para la inmovilización de gatos en la clínica:
M.E. Pozza, J.L. Stella and A.C. Chappuis-Gagnon et al., Pinch-induced behavioral inhibition (‘clipnosis') in domestic cats, J Feline Med Surg 10 (2008), pp. 82–87