martes, 12 de febrero de 2013

Perrito nuevo (I): los primeros días en casa, estableciendo vínculos



Te has comprado un perrito, o te lo han regalado, o lo has adoptado. Le has comprado una cuna, unos platitos muy monos, unos juguetes, lo dejas en el suelo y... ¿ahora qué?

Lo primero es preparar para el cachorro un “sitio seguro” y confortable.

Un rincón del salón, del dormitorio o de la cocina, donde tenga su cuna, sus juguetes... donde pueda meterse para jugar, dormir, o simplemente estar tranquilo. Para los primeros días, lo mejor es preparar un rincón separado del resto de la habitación por puertas de bebés, un enrejado, o una jaula grande. Que no tenga nada peligroso para el cachorro (cables, enchufes, cosas que se pueden caer o que son peligrosas si se muerden). Allí dejaremos, en un rincón, la cuna del cachorro, su comedero, el agua y sus juguetes. Al otro extremo pondremos una bandeja para gatos con arena, o papel de periódico (más sobre cómo enseñarle a ser limpio más adelante).


Hay que decidir con el resto de la familia los horarios de comida, paseos y juego. Al principio debería
comer unas tres veces al día, cuanto más estricto sea con los horarios, mejor. El agua debe tenerla siempre puesta, aunque se la puedes retirar por las noches. También hay que decidir qué es lo que el cachorro va a poder hacer, y qué es lo que no (dormir en el dormitorio, subirse a los sofás...) y mantener siempre las reglas iguales, para no marear al perro. Para más sobre dormir con tu perro, pincha aquí. Para un cachorro, lo mejor es dormir en una habitación acompañado, pero en su cuna (atado con una correa cortita para que no se vaya de paseo nocturno y se haga pis por ahí) o metidito en una caja. Así llorará mucho menos, y si se pone muy nervioso podemos llevarle a otro lugar a hacer pis, o acariciarlo para que se tranquilice.


Estableciendo un buen vínculo:

Hoy vamos a explicar cómo comenzar la relación con nuestro cachorro con buen pie. Tenemos que tener en cuenta, que el cachorro (o perro adulto) que llega a nuestra casa, es sociable, pero no nos conoce de nada. No tiene un vínculo afectivo con nosotros, en definitiva "no nos quiere". Los cachorros piden atención y mimos desde el primer día (hay que preocuparse si no lo hacen...) pero eso no quiere decir que nos tengan afecto, es que los cachorros son así. Ahora tenemos que ganarnos su confianza, amor y lealtad, para que en el futuro confíen en nosotros y deseen seguirnos.

Lo más importante: no regañar nunca al cachorro.

Los cachorros se meten en todo tipo de líos, en sus ganas de jugar y conocer el mundo. Si comenzamos nuestra relación con el perro regañándolo, pegándolo o metiéndole miedo, nunca conseguiremos tener una relación equilibrada con él. Siempre desconfiará un poco de nosotros, y el problema surgirá en la adolescencia: no le gustará el contacto físico, no se dejará agarrar, se asustará o no se fiará de las personas...

Hay que EVITAR las situaciones en las que tendríamos que regañar al perro. Los cachorros se meten por todas partes, se suben a todos los sitios que pueden, muerden cosas para saber si saben bien... está en su naturaleza, es su forma de reconocer los nuevos objetos, de aprender cosas nuevas y de investigar. Pero que sea un comportamiento normal no quiere decir que no pueda ser desagradable para nosotros ni peligroso para el perrito.

Nosotros somos el animal con el cerebro más grande de la casa, usémoslo para PREVENIR lo que sabemos que va a ocurrir: hay que poner los objetos tentadores (zapatillas, calcetines, mandos, teléfonos móviles, juguetes de los niños...) fuera del alcance del cachorro (en alto). El cubo de basura, lo pondremos fuera de su alcance, lo guardaremos en un armario, o pondremos peso encima, para que no lo pueda abrir. Las patas de las mesas y los cables, podemos protegerlos untándolos de aceite de limón (en herbolarios lo venden, es de uso alimentario).

Cuando el cachorro esté suelto por la casa, lo mantendremos VIGILADO en todo momento. Para que ésto sea más fácil, y el cachorro no se escape en un momento de distracción, podemos hacer dos cosas. O cerrar la puerta de la habitación para que esté con nosotros y no se vaya, o nos lo atamos a la cintura con una correita ligera. Prefiero esta segunda opción, porque: así comienza a aprender a andar con correa, establecemos un vínculo fuerte con él al "obligarlo" a estar con nosotros todo el rato, el cachorro aprende los ritmos de la casa, y es imposible que se meta en líos.

Y así nosotros también estaremos "obligados" a hacerle caso al cachorro, el rato que estemos en casa (que puede no ser mucho). No hace falta que lo lleve siempre la misma persona, os podéis turnar entre todos para que el perro establezca vínculo con cada uno, y todos se responsabilicen en algún momento de él. Tampoco  hay que estar haciéndole caso todo el rato, aunque esté unido a nosotros. Si nos sentamos a trabajar o a ver la tele, tiene que comprender que es un rato de estar descansando a nuestro lado. Tenemos que seguir con nuestras rutinas diarias, sólo que ahora lo haremos acompañados. Podemos aprovechar los momentos de tranquilidad para irle enseñando a sentarse, tumbarse, y estarse quieto.

Premia todo lo que puedas:

Métete la mitad de la ración diaria del cachorro en el bolsillo. Así puedes premiar cada vez que veas al perro haciendo algo que te gusta. ¿Está tumbadito tan tranquilo? Premio. ¿Está mordiendo uno de sus juguetes, en vez del cojín de la abuela? Premio. ¿Le has llevado a su sitio y ha hecho pis? Premio. ¿Te levantas, echas a andar y te sigue? Premio. ¿Se te han acabado los premios? Pues ¡a jugar! Y así todo el rato que estemos con el perro. Cuantas más cosas premiemos, con comida, juego o caricias, más nos querrá nuestro perro, más vínculo afectivo tendremos con él. Y más rápido aprenderá a hacer las cosas bien, en vez de hacerlas mal.

Si en algún momento no podemos vigilarle, le dejaremos en el "sitio seguro" del que hablábamos en el anterior post. Pero hay que intentar evitar esto lo máximo posible. Los perros son animales sociales, y no les gusta quedarse solos. Probablemente ya pase suficientes horas solo, cuando la familia está en el colegio o trabajando, para tener que quedarse solo también cuando estamos en casa.


Las correcciones:

Como ya hemos dicho, si queremos evitar que el cachorro haga algo, lo mejor es evitar que pueda hacerlo. Pero seamos realistas, mantener a un inquieto cachorro vigilado el 100% del tiempo es imposible, en algún momento escapará la vigilancia y... seguro que se meten en un lío. Si ya es demasiado tarde para prevenir, lo mejor es interrumpir su acción en el momento en que está empezando: cuando el perro pone una pata encima del sofá, o se acerca demasiado a un cable de la luz... (no cuando está dormido encima, o lleva cinco minutos mascando la silla). En ese momento, lo mejor es hacer un ruido no muy fuerte (una palmada, un chistido) para atraer su atención, y cogerle en brazos, todo esto unido a un “NO”, “MAL” o cualquier otra palabra, dicha en voz grave y cortante, pero sin gritar.

Queremos interrumpir el comportamiento, no asustar al cachorro.

Una vez ha parado lo que estaba haciendo, hay que darle algo enseguida con lo que sí pueda jugar, uno de sus juguetes, por ejemplo. Entonces le premiaremos por jugar con su juguete, en vez del zapato nuevo.

El castigo nunca debe ser físico, tiene que ser inmediato y siempre debe ser lo más rápido y por sorpresa posible. Y siempre debe de ir seguido de una conducta aceptable que podamos premiar.

Repito: interrumpir, redirigir, premiar. En ese orden, y muy rápido.

Si nos encontramos un mueble mordisqueado, un pis en el salón o el papel higiénico por toda la casa, pero el perro no está cometiendo el acto en ese momento, no haremos nada. Guardaremos al cachorro en otra habitación hasta que hayamos limpiado el desastre, para que no nos vea arreglar los desperfectos.

Pero NO LE REÑIREMOS NI LE CASTIGAREMOS. Tenga en cuenta que en el momento en el que el cachorro termina la acción ya no puede relacionar causa-efecto y no sabrá por qué le regañamos, y el castigo será inútil. Lo único que conseguiríamos sería que nuestro cachorro nos cogiera miedo, y eso estropearía nuestro vínculo con él.

Y recuerda este "mantra":

Cuanto más se premien las buenas conductas, menos se tendrán que corregir las malas.

Y por último, de lo más, más importante que se puede enseñar a un perro, es a que se acostumbre a su nuevo medio ambiente, a las cosas, personas y animales que habitan en  él: la SOCIALIZACIÓN.

Todas las imágenes sacadas de www.muttscomics.com

Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es

5 comentarios:

  1. Es increíble ver como seguir esas pautas da unos fantásticos resultados!

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    1. No hay como establecer una relación de amor y confianza mutuos. ¡Siempre funciona, sea el bicho que sea!

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  2. Ya lo sabes de sobras, me encanta tu manera de explicar tan clarito conceptos importantísimos...Si es que soy tu fans, jajajajaja!
    Oye, ¿no te has planteado escribir un manual para propietarios?, yo lo compraría :)
    Muas!

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    1. Pues sí que me lo he planteado, un día de estos, me animo, ;).
      Estoy haciendo una nueva versión de los consejos para cachorros que tengo desde hace años, modernizándola. Es la que daba a todo cachorro que entraba por la puerta cuando trabajaba en clínica. Iré subiendo trocitos según los vaya adaptando. Cuando lo tenga renovado, te mando un pdf.
      Un beso!

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    2. Buenooooo! Eso sería un regalazo, te lo aseguro! Anímate con el libro, creo que sabes transmitir muy bien los conceptos, y eso para mí es lo más difícil de la eto. Besote gordo!

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