viernes, 22 de febrero de 2013

Perrito nuevo (II): estableciendo contacto, jugando, creando vínculos


En la primera entrada de esta serie, hablamos del momento de traer un perro a casa, qué hacer con él, y cómo comenzar a estableces unas reglas y un vínculo emocional. Hoy ahondaremos en el vínculo físico, el contacto, y seguiremos con el vínculo emocional mediante el juego.

El vínculo físico: 

Para los perros, como para nosotros, el vínculo que se establece mediante el contacto físico es muy importante. Pero la forma de tocarse y mimarse que tienen los perros, es muy distinta a la que tenemos nosotros. Hay varias cosas que tenemos que tener en cuenta, a la hora de acariciar y manejar a nuestro perro.

Todos los perros deben dejarse tocar por todas partes.

Esto parece una tontería, pero es muy importante. Algunos perros son más sensibles con algunas partes de su cuerpo: las orejas, la boca, las patas delanteras, los dedos... tienen cosquillas, o simplemente no les gusta el contacto. Pero hay que pensar que en algún momento puede clavarse algo entre los dedos, tener otitis... y entonces habrá que tocárselas. O vendrá un niño pequeño a casa, y decidirá descubrir qué es lo que pasa si se tira del rabo del perrito...

Si no se le enseña ahora a dejarse tocar, puede que de adulto ya no lo permita. Ahora de cachorro podemos hacerlo un juego, tirarle suavemente de las orejas, tocarlas por dentro, abrirle los ojos y la boca y masajear todo el cuerpo del perro, incluyendo rabo, patas y almohadillas. Si alguna zona le pone incómodo, hay que ir más despacito, y si el perro se va tranquilizando, premiar con comida. Así hasta que se deje tocar por todas partes, estando tranquilo, sin revolverse, intentar jugar o intentar morder. Cuanto más se haga (convendría hacerlo una vez al día, por lo menos) cada vez le gustará más este juego, algunos incluso llegan a dormirse...

En cambio, los mimos y caricias "de gratis" y de larga duración (tipo quedarse media hora acariciando al perro tumbados en el sofá) deben dejarse cortas. Es mejor que aprovechemos para acariciarle en los momentos en los que el perro se esté portando bien, para que lo valore como un premio, y no como un derecho. Cuando le acariciemos, estaremos poquito rato. Los perros no pasan largos ratos acariciándose (no tienen manos...) y no entienden bien este comportamiento. Podemos hacerle caricias un minutito o así, y luego simplemente quedarnos a su lado, en contacto, disfrutando de la mutua compañía. Pero sin "atusarse".

Tampoco conviene coger al cachorro mucho en brazos. Primero, porque los perros no son gatos, y necesitan tener las cuatro patas en el suelo para conocer bien el mundo (y con la nariz bien pegada al suelo, a ser posible). Y segundo porque la altura está en relación directa con el estatus. Cuanto más alto, más vales. El cachorro se lo cree, y los otros perros se enfadan. Se puede coger en brazos al cachorro un poquito para hacerle un mimo, apartarle de una situación peligrosa... pero el resto del tiempo, el cachorro al suelo.

Jugando con nuestro perro:

Juega con tu cachorro todo lo que puedas. Estarás fortaleciendo el vínculo emocional con él (que ahora mismo no te conoce de nada...), y puedes aprovechar para irle enseñando cosas. Lo más importante que le vamos a enseñar jugando es: a no morder, a aprender autocontrol y a no ser pesado.

Controlar la mordida:

La gran mayoría de los cachorros muerden jugando, por no decir todos. No suelen morder fuerte, pero con esos dientecillos como alfileres... hacen bastante daño. Y esto probablemente tenga su función. Los cachorros deben aprender a controlar la intensidad de su mordida. Porque ahora mismo no tienen mucha fuerza en la mandíbula, pero dentro de unos meses, serán capaces de morder bien fuerte, y hacer mucho daño. Así que ahora es el momento de que aprendan a morder flojito, sin hacer daño.

Los cachorros nos hacen daño jugando porque vienen de jugar con sus hermanos. Los otros cachorros tienen pelo, y una capa de piel más gruesa que la nuestra, así que el cachorro tiene aprendida la intensidad "morder a otro perro", pero no la de "morder a una persona". Hay que enseñarle que con las personas hay que tener mucho más cuidado que con otros perros, y morder todavía más flojo.

Para eso, lo mejor es jugar con nuestro perro. Mucho. Con las manos. Y cuando nos muerda, exagerar. Mucho. En cuanto muerda un poquitín fuerte, chillar como si te hubiera arrancado la mano ¡¡¡AAAYYY!!! y retirar la mano. Volvemos a jugar. Si lo repite, volvemos a gritar ¡¡¡AAAYYY!!! pero ahora interrumpiremos el juego, nos levantaremos e ignoraremos al cachorro durante unos segundos. Que le de tiempo a pensar. Entonces le llamaremos, y jugaremos otra vez. Y repetiremos la operación. Y la repetiremos, y la repetiremos...
Y la repetiremos...

Hasta que lo aprenda. Para aprender, hay que practicar, y practicar, y practicar... Pero al cabo de un par de semanas tendremos un cachorro que sólo nos rozará las manos cuando juegue. Y esto es muy importante, porque si algún día nos muerde (porque le hemos hecho daño por sorpresa, o por lo que sea) un perro que controla su mordida nos golpeará para avisarnos, y ya está. Un perro que no la controla... nos comerá vivos.

Autocontrol y botón de parada:

A los perros les encanta jugar. De cachorros, no pararían hasta caer agotados. Entonces dormirían, comerían, y ¡a jugar otra vez hasta reventar! Y con sus hermanos, eso es lo que hacían... Pero en casa, no podemos estar todo el rato jugando con nuestro perro. Además, los perros jóvenes muchas veces se emocionan, se hiperexcitan, y les cuesta mucho relajarse. Y en estado de excitación, puede haber accidentes, porque no controlan su fuerza. Así que es importante que, mientras son pequeños y manejables, les enseñemos a controlar su fuerza, y a parar.

¿Cómo lo hacemos? Pues igual que lo hicimos con la intensidad de la mordida. En cuanto veamos que el perro se acelera demasiado, paramos. Y si queremos terminar de jugar, pues igual, paramos. Decimos algo tipo "Se acabó", "Vale", o lo que sea, nos levantamos, y  nos vamos. Nos damos la vuelta, no miramos al perro, le ignoramos. Nunca, nunca, le empujaremos con las manos. Para un perro, este gesto significa "quiero seguir jugando", y se acelerará más. Sólo le daremos la espalda, mantendremos los brazos pegados al cuerpo, y seguiremos con nuestra vida. Si el perro se pone muy plasta, nos iremos de la habitación cerrando la puerta detrás de nosotros, y no volveremos hasta que el perro no se haya tranquilizado.

Si estamos jugando con un juguete, haremos lo mismo. Podemos aprovechar para enseñar la orden "suelta", simplemente diciendo la palabra cada vez que el cachorro suelte el juguete de motu propio. Así irá interiorizando la palabra. Para premiar, podemos darle un trocito de comida, devolverle el juguete, o lanzarlo lejos para que lo persiga y lo traiga. Cuando queramos acabar el juego, podemos retirar el juguete y cambiárselo por otro de "masticar", para que se quede tranquilo un rato, o decirle algo tipo "para tí", y dejárselo (se irá con él más contento...).

Los juguetes:

Todo cachorro debería tener algunos juguetes. Hay que comprobar que éstos sean de buena calidad, que no se rompan fácilmente, que no sean tóxicos y que sean atractivos. No deben caberle enteros en la boca, porque se los podría tragar.

Los mejores para cuando el perro se queda sólo son los juguetes “interactivos”, es decir, que responden al juego del perro: juguetes que hacen ruido cuando se muerden, huesos prensados para masticar y comer, juguetes rellenables con pienso o comida, tipo “kong®”, o huesos con saborizante, tipo “nylabone®”.

Para cuando jugamos con el cachorro, se pueden usar pelotas, frisbees y cuerdas o mordedores para tirar. Lo mejor es que no se le tiren piedras, que se puede tragar, o romperse los dientes con ellas. Tampoco conviene darle calcetines, zapatos o trapos viejos, puesto que el cachorro no va a distinguir lo nuevo de lo usado, y aprenderá a morder todo lo que tenga a su alcance.

Es mejor dar los juguetes un rato para jugar, y luego retirarlos, no dejarlos por el suelo todo el rato. Si lo hacemos así, en seguida pierden interés.

Viene bien tener tres tipos distintos: los de "jugar juntos", que sólo se sacan cuando vayamos a estar jugando con el perro, y luego se guarden. Los de "dejar solo", de tipo interactivo, que se rellenan y se dejan cuando el perro se va a quedar solo, o cuando queremos que nos deje un ratito en paz. Y los de "dejar en el suelo para que juegues tú solito", que conviene que sean uno o dos, e irlos rotando para que no se vuelvan viejos en seguida.

¡¡A JUGAAARRRR!!!




Y por último, de lo más, más importante que se puede enseñar a un perro, es a que se acostumbre a su nuevo medio ambiente, a las cosas, personas y animales que habitan en  él: la SOCIALIZACIÓN.


Todas las imágenes sacadas de www.muttscomics.com

Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es

7 comentarios:

  1. Nena, vas a escribir un gran libro!

    Por cierto, ya?????
    Besos

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    1. No, si al final lo voy a tener que escribir, que me sacáis los colores...
      Un beso!

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  2. Estoy con Nenica, yo le recomendaré tu libro a todos mis clientes!!!
    Por cierto, puestos a pedir, yo quiero una entrada de la llegada del gatito a casa, jejeje....
    Espero que todo haya ido genial!!! Muas!

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    1. No te preocupes, Mo, que el del gatito lo tengo a medio escribir.
      Un beso!

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  3. Me encanta este artículo, Teresa. ME hace ver que lo he hecho bastante bien con la peduga (sí, que da pedante que lo diga de mí misma, lo sé).

    Lo único que no hago es retirarle los juguetes porque desde muy chiquitina duerme con un muñeco, ¿raro, no?. Al principio era un osito pero aquél pasó a mejor vida; ahora es un conejo blandito, La cuestión es que los días (raros y por accidente) en que el conejo se ha quedado dentro de nuestra habitación cerrada cuando me voy a trabajar, en cuanto he vuelto a casa Iuna ha ido derechita a la puerta del dormitorio y ha empezado a llorar para pedirlo.

    Lo demás es tal como lo cuentas, sobre todo lo de la mordida me ha parecido súper interesante.

    A ver si nos das noticias prontito que tenemos unas ganitas....

    Besos.

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    1. Me encanta lo de tu peduga con sus muñecos, no lo había oído nunca. En momentos de embarazo psicológico sí, pero así constante, nunca.
      Lo de la rotación de juguetes es para que no se aburran, y para evitar fomentar la posesividad, si el perro reacciona mal a quitarle los muñecos. Pero si le gusta tanto, y no lo protege a las malas, pues suyo sea.
      Un beso!

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    2. Teniendo en cuenta que está castrada desde los 6 meses Iuna no sabe lo que es un embarazo psicológico :-D
      Sí que me llama la atención que duerma con el conejo pero como dices, mientras no lo defienda con uñas y dientes (y de verdad que no lo hace) no me preocupa.

      ¡Besos!

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